domingo, 9 de febrero de 2014

Un acuerdo que se rompe con el tiempo. Capítulo III


A la mañana siguiente... (Por Narrador)


Bill se removió en la cama buscando calor. Hacía mucho frío... Tanteó a ciegas a su lado, pero no encontró lo que buscaba. Abrió los ojos con pereza y notó que Tom se había levantado.

—Uhm...— gruñó en la plenitud matutina. Era un día perfecto para quedarse en casa; Y así lo haría. Era Domingo.
Bostezó un par de veces y decidió incorporarse e ir a la ducha. Cuando se levantó, acomodó sin delicadeza sus bóxers ya que comenzaban a molestarle y en el momento que un vago recuerdo de lo que había pasado anoche llegó a su mente, una sonrisilla se formó en sus labios.

Se metió a la ducha sin imaginar lo que estaba pasando en el comedor.

//.

Tom preparaba el desayuno desde las 8 am; Había decidido sorprender a Bill, ya que conociéndolo, no despertaría hasta por lo menos las 12 pm.
Se había levantado alrededor de las 7am, para ir a la pequeña tienda que abría las 24 hrs. Compró frutas, chocolates, galletas, jugos, todo lo que necesitaba para hacer de un simple desayuno un banquete, y en cuánto llegó a casa comenzó a cocinar con una sonrisa en la cara.

(…)

—¿Qué es ése olor tan...?— Bill se quedó con las palabras en la boca. Observó toda la mesa repleta de suculentos manjares cómo si se tratara de un gran tesoro y luego miró a Tom. (Quién sonreía y sus ojos se veían aún más almendrados de lo que eran).


—Buenos días-—Se limitó a decir el menor

—¿Buenos días?— Bill cerró los ojos y comenzó a reírse cómo no hacía en mucho tiempo. Carcajada trás carcajada y Tom pronto se unió. —¿Es éso lo que dices cuando haces algo como ésto?— Exhaló con fuerza y caminó hacia el de cabellos claros; lo miró desde arriba y sonrió. —Buenos días...-—Dijo y lo besó un par de segundos, para luego añadir: ''—...Cariño—''.

—¡No me llames así!—Tom hizo un puchero mientras se sonrojaba y empujó a Bill, sin mucha fuerza en realidad.

—Está bien, sólo bromeaba— Todo era sonrisas nerviosas acompañadas de inútiles sonrojos. Ésa mañana fue lo más cursi que habían vivido en años. —Supongo que... Ésto es para mí, ¿No?—

—No es necesario que responda, ¿Cierto?-—Preguntó Tom riendo

—No. En realidad, no—

(...)

Ambos estaban sentados desayunando y compartiendo sonrisas, aunque... No era lo único que compartían; En ambas mentes seguía el recuerdo de lo que había pasado hace varias horas.

La noche anterior:

... Me siento más como un padre que como un novio; Prohibiéndote cosas, pagando tu universidad...—

Bill...—interrumpió Tom. Cerró los ojos con fuerza y cuando estuvo preparado, exhaló un: “—Te amo—” lleno de preocupaciones.

El mayor tuvo que parpadear varias veces para notar que no estaba soñando. Seguía mirando a Tom con la misma expresión sorprendida y el de cabellos rubios sonrió nervioso.

Lamento decirlo ahora—Anunció Tom —Pero no me atrevería en otras circuns..—

Cállate—Interrumpió Bill sin delicadeza, y ahora era Tom quién lo miraba sorprendido. —Es decir...—Bill se sonrojó como nunca lo había hecho. No tenía vergüenza y sin embargo, ahora estaba hecho un manojo de nervios y temblores. —También lo hago—Murmuró inaudiblemente.

¿Qué?— Preguntó el rubio mientras acercaba su oreja a los labios del mayor. Pronto se vió envuelto en los brazos de Bill y un susurro llegó a su oído:

También te amo— Dijo Bill y pronto notó que sus lágrimas volvían a escapar. Maldijo un par de veces y Tom rió.—Gracias por esperarme—

¿Esperarte?— Preguntó el menor impactado, era imposible que...

Sé que lo haces desde hace mucho. Agradezco que hayas esperado a que estuviera preparado para decírmelo—Bill sonrió y en ése momento, Tom dejó todo lo malo atrás.

No hay de qué— Respondió con la voz temblorosa y débil.

Actualidad:

—Gracias por... Todo— Dijo Bill mientras se llevaba el vaso de jugo.

—¿Te refieres al desayuno?—

—No... Bueno, también— Bebió un par de tragos y dejó el vaso otra vez en la mesa. —Pero... Más por llegar a mi vida—

El menor lo miró sin decir nada. Bill comenzó a reír otra vez y Tom rió con él por no llorar.


Finalmente, Tom tenía su cuento de hadas.

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